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La chica de las gafas de pasta y el blog que no quería serlo

¡Qué mal está el servicio!

 

Este texto es fruto de una mañana haciendo trabajo de campo en el Máster de Periodismo, es decir, haciendo el canelo por las paradas de bus urbano. De estas horas tenía que salir un reportaje de unas mil palabras. Aquí esta...

¡Qué mal está el servicio! Esperando el bus en Zaragoza.

Las preguntas son sencillas. ¿Cree usted que el servicio de transportes urbanos de Zaragoza es bueno? ¿Es el adecuado para la que, en palabras de Antonio Gaspar, Teniente de Alcalde de Urbanismo, será "la ciudad de referencia española" en 2009? Para conocer la respuesta a éstas y otras cuestiones, nada mejor que ir a una parada de autobús y fijarse en la gente. Sus actitudes, sus conversaciones, sus quejas. Media hora en una parada cualquiera, céntrica o de barrio, y quien esté atento adivinará el leit motiv de los usuarios. ¡Qué mal está el servicio!

Zaragoza está cambiando, para bien y para mal. La concesión de la Exposición Internacional de 2008 ha sido un revulsivo para la ciudad. Casi cada día se inician nuevas obras para crear las infraestructuras necesarias para la Expo 2008, o para lavar la cara a la Inmortal Ciudad. Esto tiene, como consecuencia fundamental, un caos circulatorio que parece crecer por momentos. Calles cortadas, desvíos, cambios de sentido y aumento de vehículos, que los habitantes de la periferia necesitan para llegar a Zaragoza, convierten a la ciudad en un atasco casi permanente. A las horas punta, los usuarios habituales del transporte público saben qué consecuencias sufrirán: largas esperas en las paradas, autobuses en los que es "imposible montarse según dónde lo esperes", como decía una usuaria de la línea 24 en la Calle Bretón a mediodía, y aumento del tiempo en la ruta por el tráfico denso de esas horas. Así pues, al contrario de lo que podría pensarse, los usuarios del bus, el medio de transporte más ecológico, (reduce el tráfico y, por ende, la contaminación) se sienten a veces más castigados que premiados por utilizarlo.

Pero para conocer más a fondo las quejas de los zaragozanos, además de escuchar hay que preguntar, y eso hemos hecho esta mañana en el Paseo Fernando el Católico. La mayoría de los encuestados ha respondido amablemente a nuestras preguntas, y las conclusiones que obtenemos son las siguientes: el tiempo de espera en la parada no suele bajar de los diez minutos en las líneas más habituales (20, 23, 24, 30, 33, 40, 42), incrementándose hasta 15 o 20 según el día (festivo o no) y la hora (si es punta la espera aumenta). La calidad del servicio, según los entrevistados, empeora porque aumentan los tiempos de espera y el número de usuarios. En líneas como la 24, que tiene paradas relativamente cerca de los dos hospitales (Clínico y Servet), pasa por la Ciudad Universitaria y también por varios institutos y colegios (Goya, Dominicos), intentar subirse en algunas paradas entre las dos y las dos y media de la tarde es a veces una odisea.

En el caso de la 53, dos usuarias comentaban esta mañana a este periódico que con las obras de Luis Bermejo y el entorno de la Plaza Emperador Carlos "la ruta va fatal", y el transbordo con la 35 es "de todo menos rápido". También hemos encontrado a dos viajeras que confesaban "tener cogido el truco al autobús", para poder llegar a tiempo al trabajo por la mañana, pero también se quejaban de la poca calidad del servicio.

Sin embargo, al preguntar por la relación calidad-precio, sólo un hombre de unos 40 años -usuario muy habitual del autobús- la ha calificado de malísima. El resto de los encuestados ha comentado que era aceptable, incluso muy económica si se utilizaba la Tarjeta Bus y la opción de transbordo. Como curiosidad hemos preguntado si sabían cuánto costaba el autobús en otras grandes ciudades españolas, y casi todo el mundo sabía "que era más caro que aquí".

Y, jugando a ser Alcaldes por un día, hemos preguntado a los usuarios qué harían ellos para solucionar los problemas del transporte público. Un par de señoras han comentado que, ante la falta de información veraz sobre el metro, "no se atrevían a decir nada",y que consideraban que Zaragoza tenía todavía un tamaño razonable y podría solucionarse la cuestión con más número de autobuses en cada línea. Aumentar la flota y poner vehículos dobles en casi todas las líneas, al menos en las horas punta, es la solución que nos han dado la mayoría de los entrevistados. Otros apostaban por el metro y el tranvía como vías alternativas, aunque confesaban asustados si no serían peores las obras que habría que llevar a cabo antes. Por último, un joven universitario al que hemos preguntado ha pedido carril bus "con un muro si hace falta, pero para que lo respeten todos los conductores y vaya por toda la ciudad" y carril bici. Así pues, y como si de la selección española se tratase, todos los entrevistados nos han dado su solución a los problemas del transporte público en Zaragoza. Ahora, sólo queda esperar que estas quejas lleguen a quien corresponda, como nos pedían esta mañana, y que las obras acaben algún día. El 2008 está a la vuelta de la esquina, y eso nadie lo olvida en esta ciudad. Mientras tanto, los pacientes viajeros del autobús urbano en Zaragoza seguirán en las paradas esperando un servicio mejor.

 

 

 

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